Emociones que nos conforman y estructuran el pensamiento negativo

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Hace ya muchos años, un conocido psiquiatra español, Emilio Mira y López, escribió un atractivo libro titulado Cuatro gigantes del alma.

Se refería al miedo, la ira, el amor y el deber, la rivalidad, los celos, la envidia y la culpa.

Les voy a transmitir una noción que tengo de

  • qué es una sensación,
  • una emoción,
  • un sentimiento

 

¿Por qué comenzar con la idea de sensación, emoción, sentimiento?

 

Si pensamos en los nombres de nuestros padres, después cómo se llaman nuestros abuelos, después cómo se llamaban nuestros tatarabuelos… algunos se acuerdan, otros no… y después les pregunté por el tataratatarabuelo… con la intención de llegar mentalmente a que el nombre de nuestro primer tatarabuelo común a todos es la bacteria… la estructura de vida primigenia digamos.

 

Y si pensamos que esa primera estructura,
esa célula primigenia tenía conductas emocionales
¿En qué sentido?: tenía un metabolismo
que iba a hacer todo lo posible por sobrevivir.

 

Esa estructura elemental iba, después de nacer, iba a nutrirse, crecer, reproducirse y morir. Y en ese lapso iba a buscar en su metabolismo interno y en sus acciones todo lo que le fuera favorable a esa vida: se iba a alejar de las temperaturas que le eran incómodas, se iba acercara las que le fueran convenientes, se iba a alejar de los medios ambientales tóxicos y acercarse a los medios en lo que hubiera componente nutricionales.

 

Eso es un fenómeno adaptativo en la búsqueda de sobrevivir, en búsqueda del bienestar. Eso es un proceso de adaptación.

Si se adapta a una circunstancia ambiental en búsqueda de su bienestar, en esa conducta adaptativa genera un movimiento: se aleja de un lugar, se acerca a otro, se aparea, genera cambios que se llaman movimientos….

 

Aparece otros conceptos: adaptación y movimiento.

Y el movimiento es consecuencia de una emoción… Emoción es emovere.

Toda emoción su función es moverse. Ejercer una acción determinada: Acercarse a la comida, alejarse de sustancias tóxicas, de medios ambientales adversos…

aparece el sistema nervioso, se integra y aparece la sensación.

Esa sensación va a determinar si ese organismo se siente bien o mal (todavía no hablamos de emoción y mucho menos de sentimiento). Es la percepción del estado interno.

Y en algún momento aparecen las emociones, como una escala evolutiva después de la sensación, que se integra neurológicamente pero no necesariamente a través de la conciencia.

Tenemos que asumir que las primeras emociones no fueron conscientes. Pasa a serlo solo cuando la integración de esa primera neurona da lugar a un sistema nervioso capaza de generar conciencia.

 

Qué es la conciencia? Podríamos decir que es la noción del yo. La noción de que existo

Debo tener secuencia del antes, del durante (que se llama “mientras tanto”) y del después.

 

Yla percepción de mi estado interior a través de mecanismos propiocepctivosuna de las cosas que comparte el sistema inmunológico con lo que clásicamente consideramos el sistema nervioso es la capacidad de memoria, de recordar.

 

Los afectos, son el producto de una disposición congénita que todos compartimos. Voy a intentar  mostrar que son las emociones y como  nos conducen lo hice pensando e imaginando algunas variables emocionales que se están sucediendo en el contexto que venimos viviendo y tratando de transmitir como determinadas emociones nos estructuran desde adentro y desde afuera, nosotros con nuestros vínculos

puede decirse entonces que las emociones, los hechos y las ideas que recibimos, vivimos y transmitimos, que parecen provenir de las personas que nos rodean y que frecuentemente sólo nos atraviesan con más fuerza cuando “las sintonizamos”, pero no siempre “se quedan” con nosotros. sólo “se quedan” las ondas que más nos importan y que “producen” los cambios que contribuyen a conformar la manera particular de ser, que habitualmente (aunque no siempre) somos

 

Incurrimos en tres tipos diferentes de errores.
1. Cuando buscamos, equivocadamente y sin darnos cuenta, la llave de la biblioteca en un lugar distinto al lugar en donde la guardamos, porque evitamos de este modo asumir conscientemente que no queremos prestar el libro que nos han solicitado, no se trata, en rigor, de un verdadero error, sino de un modo “disimulado” de cumplir con un propósito inconsciente.

  1. Una segunda forma del error es la que lleva implícita, inevitablemente, todo aprendizaje. Aprender es perfeccionar un procedimiento, y cuando lo logramos, descubriendo una mejor manera de hacer lo que aprendimos, llamamos error a la manera antigua que hoy no nos parece buena.
  2. En la tercera forma del error, son aquellas cosas que cuando suceden se tiñen siempre con una cualidad dramática, porque se trata de cuestiones que nos importan mucho y de errores que nos conducen hacia un punto imprevisto que no deseamos y desde el cual sentimos, que ya no se puede volver.

Nuestros grandes errores surgen muy frecuentemente

  1. de motivos que se apoyan en creencias que el consenso avala, y que nos parecen “naturales”.
  2. Vivimos inmersos en prejuicios, en pensamientos pre pensados que se conservan y se repiten porque, cuando fueron creados, quedó asumido que funcionaron bien.

Nuestros grandes errores fueron casi siempre el producto de una decisión que eligió el camino, más fácil, de lo ya pensado que nos parece natural y que ejercen sobre nuestro ánimo y sobre nuestra conducta el miedo, la ira, el amor y el deber, la rivalidad, los celos, la envidia y la culpa, los colosos de los cuales podemos ser víctimas si no los podemos gestionar y que ingenuamente reprimimos

Equivocarse es, en esencia, tomar una cosa o una vía por otra, en los cuales hemos incurrido “sin querer”, nos ha permitido comprender que muchos de nuestros errores no lo son en verdad, porque ocurren como producto del triunfo de un propósito inconsciente que alcanza sus fines.

Todos, por el sólo hecho de vivir, cometemos errores, y esto, en realidad, no constituye necesariamente un perjuicio, porque crecemos y aprendemos en la medida en que los corregimos.

Comencemos por decir que el bienestar en nuestra vida es, en su mayor parte, inconsciente, porque, hasta donde sabemos, la conciencia –como el pensamiento– sirve a la necesidad de resolver dificultades.

De modo que, cuando cobramos noticia y pensamos acerca de lo que solemos llamar nuestra realidad, lo hacemos porque esa realidad nos hiere y sentimos la necesidad de hacer algo con ella.

Así y por este motivo, nace frente a la realidad lo ideal, como un “dibujo” de aquello en lo cual queremos que lo real se transforme.

No cabe duda de que la mayor parte de las cosas que tememos nunca ocurren, y tampoco cabe duda de que la vida está llena de cosas que son imprevisibles. Sólo tendrá sentido, entonces, que abordemos el tema de nuestros grandes errores, si algo podemos decir acerca de algunos motivos que muy frecuentemente nos conducen a ellos.

De modo que, si a veces ocurre que “somos malpensados” por prejuicios que conforman nuestra vida y que sin pensar “usamos”, muchas de esas veces se trata de prejuicios que el entorno nos contagia porque nuestro sistema “inmunitario” mental, incautamente, los tolera “en simpatía”.

Las emociones motivan, las emociones nos informan, las emociones comunican, y cada uno de nosotros vivimos diferentes experiencias emocionales que nos hacen únicos y a la vez diferentes.

Necesitamos confiar en nuestras emociones como un proceso, necesitamos aprender a mirarnos a nosotros mismos, regular nuestras emociones, hacernos conscientes de ellas

Recordemos las palabras de Gandhi, que resultan mucho más conmovedoras cuando tenemos en cuenta que la mayor parte de nuestros pensamientos son inconscientes: “Cuida tus pensamientos, porque se trasformarán en actos, cuida tus actos, porque se trasformarán en hábitos, cuida tus hábitos, porque determinarán tu carácter, cuida tu carácter, porque determinará tu destino, y tu destino es tu vida”.

 

Entonces, podemos ser víctimas de nuestros propios motivos, causa y efecto, por lo tanto, como dijo Albert Einstein, no podemos modificar una creencia con la misma forma de pensamiento que la produce.

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